Conociendo al Pecado

Genesis 3: Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.

Los últimos sermones se han referido al pecado. Vimos la visión Paulina del porque un creyente peca, que se encuentra en Romanos 7:   23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

(¨Para entender mejor léase entre los versículos 14 al 24).

También vimos el pensar de Juan de la relación de los  creyentes con el pecado, mostrándolo como algo no deseable pero desafortunadamente esperable, por lo que  escribe un conocido versículo 1 Juan 2:1  Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

En la reflexión de hoy iniciamos una tentativa de conocer con mas detalle que es el pecado, pues de esa manera podremos enfrentarlo de mejor manera.  En el libro de Genesis encontramos la historia de la caída del hombre en el huerto del Edén, ahí encontramos en detallé ese episodio que nos permitirá introducirnos en este tema del pecado.

Las religiones en general buscan dar explicación a hechos o situaciones naturales, como por ejemplo el bien y el mal. Según el desarrollo logrado en el pensar y razonar de cada creencia, resultan estas historias mas o menos elaboradas. Por esta razón muchos califican al relato de la caída de nuestros padres en el Edén como una historia que trata de explicar el bien y el mal en la creación máxime de Dios, el hombre. En atención a lo anterior, el relato podría ser un relato exacto o descriptivo del episodio o tal vez un relato imaginario para explicar el concepto a enseñar, pero sea cual sea lo correcto, por estar en la Biblia, fue escrito bajo la dirección del Espíritu de Dios y por lo tanto contiene la verdad divina al respecto. No obstante lo anterior, para nuestra reflexión consideraremos literal el relato bíblico.

Un elemento muy importante de este relato lo podemos hallar en el capítulo 2 versículo 9 de este mismo libro.  “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Este árbol constituía la única prohibición dada por Dios al hombre y que el a su vez se lo trasmitió a la mujer-

Según Myer Pearlman “El arbol estaba ahí con el objeto de proporcionar una prueba por medio de la cual el hombre podía con cariño y libertad escoger servir a Dios y desarrollar así el carácter. Sin el libre albedrío el hombre seria como una maquina”.

Sin dudas el hombre era una creación excepcional, hecho de la mano de Dios, que recibió vida del mismo halito de Dios. Eso lo ponía en un pedestal superior al resto de la creación animal y vegetal, por lo tanto, también es absolutamente entendible que Dios esperara más del hombre que de cualquier otra criatura, por estar dotado de inteligencia y de razonamiento.

Antes de la creación humana, ya se había registrado la rebelión en el cielo, rebelión que puso en escena a Satanás. Hay dos pasajes bíblicos que nos hablan de esto: Isaías 14: 12-15 y Exequiel  28: 13 – 17.  Por lo tanto, no es de extrañar que Satanás intentara dañar a la creación de Dios, es decir , el hombre.

El capítulo 3 de Genesis, que nos muestra la escena de la caída del hombre, comienza con la descripción de la serpiente, “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho;”.  Indudablemente no se trataba de la serpiente en si, sino en ese momento tomo Satanás a la serpiente como su instrumento. Para que entendamos bien esto, es bueno recordar el pasaje en que Pedro manifiesta su deseo de que nada malo le aconteciera a Jesús, cuando este advierte de su sufrimiento cercano, Jesús reprende a Pedro llamándole Satanás, reconociendo que quien hablo no fue su cercano discípulo Pedro sino Satanás mismo. Ver Mateo 16:22 – 23

En el libro de Apocalipsis hay un versículo que menciona varios de los distintos nombres que se le asignan a Satanás, entre ellos “serpiente antigua” (Apocalipsis 12:9). Por lo tanto, la serpiente de la escena del capitulo 3 de Genesis es Satanás mismo.

Emplea su astucia para abordar a la mujer, la que no había oído de Dios mismo la orden de no comer del fruto prohibido, tergiversando la verdad y haciendo ofrecimientos agradables para el ser humano: Podrían ser como Dios sabiendo el bien y el mal, podrían alcanzar sabiduría.

Al ceder a la tentación habían fallado la prueba de obediencia a Dios, habían desobedecido a Dios, habían pecado, Satanás había despertado en ellos un apetito a ser mas de lo que eran, cruzaron la línea de lo prohibido por ser apetecible para su intelecto lo ofrecido. Ellos caminaban y conversaban con Dios, seguramente sentían admiración por su creador y ahora les ofrecían ser como Él.

Al pecar la pareja humana sufre las consecuencias. Lo primero es que ambos se vieron a si mismos desnudos. Al romper su comunión con Dios a causa del pecado, ambos sienten sobre si el peso de una conciencia sucia y desnuda y se desata en el hombre y la mujer la lucha espiritual descrita por el apóstol Pablo en Romanos 7: 14 – 24.

La pareja humana al verse desnuda teje para cubrir sus desnudeces delantales de hojas, mostrando así su intento de cubrir vanamente la culpa de su pecado. Satanás les ofreció ser como Dios, pero al comer del fruto prohibido no se sienten como Dios, sino que contrariamente se sienten avergonzados de Dios  y, en vez de disfrutar de comunión con El, tuvieron temor de Dios y se escondieron.

De este relato del primer pecado podemos concluir:

·         Si obedecemos a Dios viviremos.

·         Siempre hay a nuestro alcance algún elemento o situación que el enemigo puede usar para tentarnos a pecar.

·         Satanás usara como instrumento de la tentación a quienes menos pensemos

·         Nosotros estamos dotados naturalmente de capacidades y habilidades suficientes para razonar ante la tentación

·         Dios quiere vivir en una constante comunión con el hombre y la mujer.

·         El pecado rompe la comunión con Dios.

·         El pecado nos avergüenza ante Dios y entre nosotros.

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