Hno. Esteban Guamán

“A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida” Juan 9:2-3

“Si de verdad llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar”
André Malraux

Hemos escuchado estos días a muchos neo-apóstoles y obispos, buscando causas y mótivos acerca de la crisis por la que atraviesa el mundo, y en particular, nuestra nación. Así, hemos encontrado algunos análisis en línea que nos llaman a reflexionar, y también otros tantos, de los más terroríficos y macabros: Desde conspiraciones políticas hasta el juicio de Dios contra los impíos, los homosexuales y los pro-abortistas. En lo particular, cabe preguntar: ¿esto es realmente lo que nos corresponde? Ante este escenario histórico, rogamos a Jehová por la salud y protección de los nuestros, y pareciera ser que ello es suficiente, nos hace inmunes… Porque al fin y al cabo, estamos hablando de Dios ¿no?

No hay sino un sólo Dios, (Deut. 6:4. I Cor. 8:4, 6.) el único viviente y verdadero, (I Tes. 1:9, Jer. 10:10.) quien es infinito en su ser y perfecciones; (Job. ll:7-9, y 26:14.) espíritu purísimo, (Juan 4:24.) invisible, (I Tim. 1:17.) sin cuerpo, miembros (Deut. 4:15, 16. Luc. 24:30; Juan 4:24.) o pasiones; (Hec. 14:11, 15.) inmutable, (Sant., 1:17. Mal. 3:6.) inmenso, (I Rey. 8:27. Jer. 23:23, 24.) eterno, (Sal. 90:2, I Tim. 1:17.) incomprensible, (Sal. 145:3.) todopoderoso, (Gen. 17:1. Apoc. 4:8.) sabio, (Rom. 16:27.) santo, (Isa. 6:3, Apoc. 4:8.) libre, (Sal. lis:3.) absoluto, (Exo. 3:14) que hace todas las cosas según el consejo de su propia voluntad, que es inmutable y justísima (Efe. l:11.) y para su propia gloria. (Prov. 16:4. Rom. ll:36. Apoc. 4:11.) También Dios es amoroso, (I Juan 4:8.) benigno y misericordioso, extenso en ánimo, abundante en bondad y verdad, perdonando toda iniquidad, trasgresión y pecado. (Exo. 34:6, 7.) galardonador de todos los que le buscan con diligencia, (Heb. ll:6.) y sobre todo, muy justo y terrible en sus juicios, (Nehe. 9:32,33.) que odia todo pecado (Sal. 5:5, 6.) y que de ninguna manera dará por inocente al culpable. (Nah. 1:2, 3.).

Si hermano, Dios es juez y Él juzgará a todo hombre… Pero única y solamente Él. Pregonar libre y (torpemente) a consciencia, que una situación tan dolorosa para el prójimo es llanamente un castigo divino, bordea la irresponsabilidad moral que le corresponde al cristiano.

Exclamar a toda voz y a los cuatro vientos esta condena celestial (asunto el cuál no trataremos en esta reflexión), no nos convierte mejor que cualquier persona, si no que por el contrario, nos hace incluso más crueles. ¿Razones? En el mundo van más de 1.000.000 de contagiados, y más de 60.000 muertes a la fecha, y en Chile … Y créame que muchos de esos enfermos, afectados y muertos, son hermanos suyos y, ¿acaso su Dios no es mejor que el nuestro? Hay hermanos nuestros que son enfermeros, médicos, carabineros, etc, y no pueden dejar de exponerse día a día, y muchos aún debemos trabajar en terreno para traer el sustento a nuestro hogar; y no se trata de hermanos irresponsables, son hermanos nuestros que esperan que la Providencia divina sea su favor.

No caigamos en algo tan irresponsable… Hay mucha gente que está sufriendo, y entre ellos, hermanos que han perdido seres queridos, un padre, una madre, un hijo, hermanos que se han quedado sin trabajo. Por ello, respecto a la Providencia, permítame compartir este extracto tan esclarecedor.

Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, (Heb. 1:3.) dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, Dan. 4:34,35. Sal. 135:6. Job. 38:39, 40 y 41.) desde la más grande hasta la más pequeña. (Mat. lo:29, 30, 31. Véase también Mat. 6:26, 30.) por su sabia y santa providencia, (Prov. 15:3. II Cron. 16:9. Véase Sal. 145:17 y 104:24.) conforme a su presciencia infalible (Hec. 15:18.) y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, (Efes. l:11. Sal. 33:1011.) para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia. (Efes. 3:l0. Rom. 9:17. Sal. 145:7.) II. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, causa primera, todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente, (Hec. 2:23.) sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de tal manera que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias, sean necesaria, libre o contingentemente. (Gen. 8:22. Jer. 31:35. Exo. 2i:13. I Rey. 22:34. Isa. 10:6, 7.)

Mientras esta época es tan propicia para subir el ego de muchos super-cristianos, por otro lado, para un “cristiano promedio” que vive cada día esperando las inmerecidas misericordias de lo Alto, este no es el momento de juzgar… De hecho, sabio sería dar un paso al costado de estas afrentas sociales, pues Jesús ya nos aconsejó que “no juzguemos para que no seamos juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:1-5)

No hay que ser injustos… Gran parte del esfuerzo de muchos hermanos es mantener viva la fe de la iglesia, con hermosas reflexiones y alabanzas en línea. Hoy, nuestro deber es cuidarnos, “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás” (Filipenses 2:4). Citando C. S. Lewis: “Los cristianos piensan que cualquier bien que hagan proviene de la vida en Cristo en su interior. No creen que Dios nos amará porque seamos buenos, sino que Dios nos hará buenos porque nos ama, del mismo modo que el tejado de un invernadero no atrae el sol porque es brillante, sino que se vuelve brillante porque el sol brilla en él” … Además, no hay mejores momentos que estos para aprovechar de, en la intimidad, acercarnos a los pies del Maestro.

“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas”
Salmos 63:1


En estas épocas de turbulencia social y crisis sanitaria, dejemos el legalismo del cristiano orgulloso y aún más, no seamos jueces ni parte de ello ante el sufrimiento del prójimo… Eso no nos corresponde. Totalmente por el contrario, seamos ejemplos de un cristiano como Cristo sería, el Cristo que cuida del pobre y el necesitado.

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