La pequeña barca metálica luchaba con fuerza contra la corriente de agua, quien trataba frenéticamente de hundirla, pero la barca avanzaba y aunque se golpeaba en las orillas del cauce, permanecía a flote. Su intrépido capitán, mojado por la lluvia, miraba orgulloso como la barca sorteaba los obstáculos, incluyendo la lluvia que caía y aumentaba el caudal de aquel cauce.  Después de sortear tantos peligros de zozobra, ya casi terminando la travesía yo cogía la lata de sardinas vieja y vacía y caminaba hasta el inicio de la acequia, para comenzar una nueva travesía por el patio de mi casa en San Bernardo. Un día de lluvia, yo y mi lata de sardina vacía que era mi barca, que felices éramos.

Hoy ya viejo sentado en mi escritorio frente a este computador que recoge mis recuerdos, rememoro ese y otros tantos momentos de niño y veo con más nitidez y sentido las enseñanzas que un día diera Jesús a sus discípulos usando como ejemplo a un niño.

Mateo 18  

En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?

Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,

y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Los discípulos habían discutido de cuál de ellos habría de ser el mayor en el Reino de los Cielos, Jesús para darles su respuesta simplemente les mostro un niño pequeño, a quien llamo y puso delante de sus discípulos y les dijo” si no volvieres y fuereis como un niño, no entrareis en el reino de los cielos”.

Nosotros los adultos nos movemos en un mundo lleno de egoísmos y mezquindades, saturado de vanidades y de un incesante afán de superar a los demás. Luchamos diariamente por adquirir más y más bienes y nos olvidamos de disfrutar de las cosas simples, nos negamos el derecho a vivir cada día como una nueva aventura sin competencia ni enemigos.

Sin dudas para vivir más felices y plenos, debemos oír a Jesús y mirar a los niños para ser como uno de ellos. Los niños tienen la virtud de carecer o de tener poco desarrollado ciertos comportamientos propios de los adultos, como la envidia, la vanidad, la vanagloria, el despotismo, el egoísmo.

Los niños son seres más simples, dedicados a formarse, a reír a vivir y algunos lamentablemente a sufrir, pero carecen de estas características tan negativas, las que desafortunadamente van adquiriendo al vernos a nosotros los adultos en nuestro diario actuar.

Hoy en mi patio no hay una acequia, y mi vieja lata de sardina que era mi barca de niño, cedió ante el tiempo y el óxido y ya no está, pero creo que si puedo oír al Maestro y ser cono niño. Convertirme en un ser simple, no tan complejo de pensar y actuar, sacar la envidia, la vanidad, el deportismo y el egoísmo de mi vivir diario.

¿No cree usted que lee estas líneas que, si usted hace lo mismo, seriamos más felices y tendríamos una vida más armoniosa y sosegada? Lo invito a escuchar una vez más al divino maestro y volvámonos como niños para vivir plenamente y en paz.

Ahora cerrare mis ojos y comenzare una nueva travesía en mi vieja barca metálica, Usted cierre sus ojos y vuelva a ser niño en su mente por un instante y, cada día sea como niño en su actuar para ser más feliz.

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